La temporada se acerca y hay que ir llegando al punto óptimo de preparación.
Ayer por la mañana estuvimos en la Finca La Morera de Fuentelencina, en Guadalajara, en casa de Diego Valladar y David Écija, con mi gente de siempre, me acompañaron mis banderilleros de confianza, Jesús Delgado y Diego Valladar, y el picador Iván García Marugán.
Me las vi frente a dos astados: un utrero de procedencia Osborne que me dio muy buen juego, con el que me sentí muy cómodo , y un toro de la Ganadería de Alicia Chico, encaste Santa Coloma, que presentó muchas dificultades. Puse en juego valor y seriedad para sacarle al astado varios muletazos.
Esto es lo que un torero se encuentra continuamente: animales que se hacen cómplices tuyos para acabar una buena labor, y otros a los que, por mucho que te esfuerces, apenas puedes sacarles rendimiento.
Personalmente me encuentro en muy buena forma y lleno de confianza, lo cual para un torero es más un peligro que una ventaja. Estar muy en forma es imprescindible, pero no garantiza nada, y sentirme lleno de confianza podría llevarme a riesgos indeseados: siempre es mejor la desconfianza.
El toro no confía en el torero, por más que a veces lo parezca, y el torero jamás debe cometer la torpeza de confiar en el toro. Es únicamente desde estas premisas desde donde se puede articular una buena faena.